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PONERSE LA GORRA



Como no sé si esta frase es de domino global o sólo un testimonio más del gusto de los rioplatenses por la metonimia, primero la voy a explicar... por si las moscas.

"Te pusiste la gorra" se le dice al que, espontáneamente, y por una íntima vocación a meterse en la vida ajena, se autoproclama en guardián de "la moral y las buenas costumbres" denunciando (o reprimiendo directamente) algo con lo que no está de acuerdo y, en cierta forma, "lo ofende".

O, más brevemente, "comportarse como un policía sin serlo".

Aclaro que no tengo la fobia de  otros a la institución policial en sí. Me parece que dado el grado de bestialidad imperante en nuestra sociedad es, cuanto menos, un mal necesario (dejemos de lado por el momento el hecho de que por lo general sólo defienden a los ricos y otras cuestiones como la corrupción que nos llevarían muy lejos del tema en cuestión).

Pero sí me molestan soberanamente estos personajes autoinvestidos que se sienten con derecho a pisotearte si no sos "tan bueno" como ellos consideran "que hay que ser".

Otra manera de llamarle a estas personas por estos pagos es ORTIBA (que se escribe con "B" porque es lunfardo de "Batidor" (alcahuete, delator).

¿Cuáles son las causas subjetivas que llevan a un individuo a proclamarse "guardián del bien"?
No es, por lo general, al amor de los demás. Quizás todos sufrimos en la escuela las acciones de alguno de estos. En general lo hacen compulsivamente y en contra de las opiniones de la mayoría. En general, lo que busca es la "aprobación de la autoridad" (sea lo que sea que se imagine que eso es) y, por lo tanto, el sentimiento de poder que le produce la identificación con ésta.

Los psicoanalistas dirán, quizás, que es una especie de "formación reactiva". El tipo tiene miedo de sus impulsos y los reprime en los demás (no vaya a ser que lo "contagien").

Algo de eso hay. Pero hay también otras razones más "sistémicas".

Dicen que las sociedades (como todo sistema) se autorregulan.
Creo que ésta es una de las formas.

En todo sistema siempre hay (por lo menos) dos "fuerzas". 
Una que "desordena" y otra que "ordena".
Una que tiende a la entropía y otra que tiende a la homeostasis.
Una centrífuga y otra centrípeta.

Las "células del sistema" (en este caso, los individuos de todo sistema grupal) somos "arrastrados" por una de estas fuerzas. A veces siempre por la misma, a veces por una y otra alternativamente, a veces, más esquizoidemente, por ambas al mismo tiempo.

Cualquiera de las fuerzas que nos arrastre nos da placer cuando le agregamos "identidad" (o identificación, es decir, la ilusión sobreagregada de que lo que hacemos es un "acto libre").

Ojo, no estoy diciendo que no haya libertad.
Pero libre no es dejarse arrastrar por la corriente sino navegarla (porque oponerse no es más que una reacción también mecánica).

Por lo tanto, la libertad estaría dada por la conciencia.

Toda esta vuelta para decir que a usted, querido ortiba,  no lo juzgo por ponerse la gorra. Lo juzgo por hacerlo sin darse cuenta.
En síntesis, lo juzgo por boludo.
Por no advertir que esa misma "defensa de la ley" muy fácilmente puede convertirlo en criminal. Como es el caso de los que, en esa fiebre, incurren en los tristemente célebres linchamientos.

El linchamiento es la orgía macabra de los que se ponen la gorra.

Ya sé.
¿Y quién soy yo para juzgar?
Obviamente, el boludo que observa... y se pone la gorra.


Pablo Berraud



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