Todo lo que existe, tiende a perseverar en su existencia, dijo Spinoza. De ahí el famoso "instinto de supervivencia" de los seres vivos. Pero la cosa en el bicho humano se complica. El bicho humano, por vivir en el tiempo, necesita recordarse permanentemente a sí mismo que él "es". Como si tuviera un disco en la cabeza repitiendo "yo soy el mismo que un momento atrás"... pero sin palabras. Si la cosa fuera verbal e individual esto se podría explicar simplemente: el tipo se está diciendo permanentemente a sí mismo quién es, porque eso es lo que para él significa "sobrevivir": tener una representación más o menos consistente de sí mismo en el tiempo. Dicho al revés: el instinto de supervivencia para el bicho humano significa estar "diciéndose" permanente e ininterrumpidamente "yo soy". Pero "diciéndose" entre comillas, porque esto no tiene necesariamente que ver con la palabra. La mayoría de este "decirse"
MORAL Y SENTIMIENTO Ser humano es estar atravesado por la Ley. Pero "atravesado" se puede estar de muchas formas. Algunas bastante incómodas. En el principio, el "sí" y el "no" paternos van construyendo en nuestro aparato psíquico los fundamentos de la Ley. A partir de ahí es como haber incorporado dos "resaltadores" uno verde y uno rojo (ponele) para subrayar cada uno de los propios actos primero y luego también los ajenos: muchos verbos de nuestro vocabulario personal están subrayado de rojo o de verde, según haya sido nuestra particular internalización/construcción de la Ley. La mayoría de nosotros, probablemente, tendrá "sonreír" subrayado de verde y "putear" subrayado de rojo, "acariciar" subrayado de verde y "lastimar" subrayado de rojo... Esto, por supuesto, puede variar, pero no demasiado. Cuando el pibe empieza la escuela, su proceso de adaptación consiste justamente en poder decodificar y adapta