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AUTONOMIA, BORDE, DESINTEGRACIÓN Y DEPENDENCIA


Existir es tener borde.

El borde es muy importante para todo ser vivo: más allá del borde está "lo consumible", consumir "más acá" del borde implicaría comerse a sí mismo.


El mandato fundamental de todo ser vivo de "seguir siendo" está indisolublemente ligado a la noción de borde.


Pero en el humano se complica...


El tipo, cuando se encuentra arrojado en la existencia, se ve compelido por un borde que está obligado a conservar.


Y está obligado de la manera más perentoria posible: está obligado por el deseo.


El tipo desea autonomía más que nada en el mundo.


Porque la autonomía produce cierta sensación de control sobre lo que está afuera del borde. 


Y esa sensación de control es imprescindible para que el tipo sienta que su propia vida está en sus manos: que él es el único responsable de conservarla (aunque esto sea cierto sólo en una mínima parte).


El tipo, pues, de lo que más depende, es de lo que lo hace sentir independiente.


Toda autonomía necesita de alguna otra dependencia para existir.


El tipo depende de sus genes para lograr autonomía del ambiente


y depende del ambiente para lograr autonomía de sus genes.


Toda autonomía se nutre y enraíza en una dependencia.


La autonomía pura es desintegración. 


Porque desentenderse de la dependencia es desentenderse del borde.


La psicosis es un problema con el borde. Al igual que el autismo.


Siendo que la "sensación de existencia" es el objetivo de la autonomía (me separo ergo soy), la autonomía absoluta caería en la no-existencia (no hay contraste ergo no soy).


La autonomía siempre es autonomía de "algo".


Lo resaltable es que, para que tal autonomía exista,


tiene que existir previamente ese "algo" de lo que "autonomizarse".


El "algo" (lo no yo) es, pues, condición productora de "esa" puntual autonomía.


Por ejemplo, un adolescente que siente el impulso (genérico) de diferenciarse de sus padres, tiene que especificar ese impulso en relación a los padres concretos de los que se pretende diferenciar. Es decir, les tiene que prestar mucha más atención de la que les prestaba antes de que esta cuestión del deseo de autonomía haya surgido. Y todos sus actos de autonomía serán específicamente en función de los rasgos o valores paternos en cuestión.


O sea, la autonomía está completamente determinada por ese algo de lo que se declara autónoma.


La autonomía, para existir, depende de la existencia de aquello de lo que se autonomiza.


La autonomía, por lo tanto, reproduce implícitamente aquello de lo que se "autonomiza", como una pieza de yeso reproduce simétricamente el molde del que se "autonomizó".


Además, como ya dije, el tipo "desea" autonomía pero ni se le ocurre preguntarse de dónde le vino ese deseo.


El tipo desea ser autónomo mucho antes de saber "para qué".


De hecho, el para qué, suele ser una racionalización (una explicación a posteriori que no tiene nada que ver con la causa sino con la excusa).


O sea, la primera dependencia es justamente el deseo de autonomía.


El deseo de autonomía es algo de lo que el tipo no es autónomo. No lo eligió ni lo decide, simplemente lo descubre en sí mismo: es una determinación biológica.


El deseo de autonomía es, por lo tanto, en sí mismo, una dependencia de la causalidad filogenética y ambiental que lo produce (amontonada, además, desordenadamente, con el instinto gregario).


Especularmente, las llamadas "patologías de dependencia" son una manera idiosincrática de autonomía: se diferencian del "huésped" parasitándolo. El dependiente no se funde con aquél del cual depende (lo cual diluiría la dependiencia): su autonomía consiste en conservarlo como proveedor.


El "problema" del dependiente es que su "autonomía" consiste en depender. Ahí es donde encuentra consistencia (sensación de borde).


Pero, de la misma manera que el tipo dependiente siente que se desintegra (pierde de vista el borde) cuando no encuentra a quien parasitar, el tipo rebelde siente que se desintegra (pierde de vista el borde) si no encuentra contra quién rebelarse.


Cada cual construye su borde como puede.


De hecho, lo construye antes de darse cuenta.


Cuando el tipo se encuentra consigo mismo arrojado en la existencia advierte, en ese mismo "insight", que ya tiene un borde idiosincrático que "se le construyó" alrededor sin demasiado consentimiento.


A ese borde le dice "yo".


Pero ese borde no es una pared, no es una cosa, es algo dinámico, un proceso de regeneración continuo.


Lo que el tipo porta en su "núcleo de autonomía" es el "mapa" (o set de instrucciones) para reconstruir el borde momento a momento.


Mientras no tome conciencia de que puede "operar" sobre ese "mapa"  (set de instrucciones) y transformarlo, el tipo es esclavo de su forma particular e idiosincrática de "autonomía".


Dicho de otra forma:


Sin conciencia, el tipo es esclavo de su autonomía.


Gracias a Dios, existe el azar, la distracción, la indeterminación, el error, la incompletitud, la falta...


De lo contrario seríamos cáscaras huecas rebotando entre el yin y el yang frenética e interminablemente.



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