La necesidad de coherencia en el ser humano es fundamental. Pero también puede ser catastrófica. Hay varios tipos de coherencia pero ahora me refiero a "coherencia de sí", en cuanto a la definición de nosotros mismos. La obediencia al mandato: "hay que ser coherente". Que, en este caso, más que un mandato superyoico (aunque también lo es) es una compulsión funcional, biológica, me atrevo a decir. En virtud de esta compulsión a "ser coherente" (con lo que fui ayer, con lo que sentí ayer, con lo que dije ayer) el tipo desarrolla su identidad. Y esto puede ser bueno las veces que el tipo logra actuar de acuerdo a sus principios, suponiendo que los tenga o, mejor dicho, crea tenerlos, y que además los mismos sean sanos, cosa que por supuesto tampoco está garantizada. Pero ojalá la cosa fuera tan simple y plana como eso. La compulsión a ser coherente no solo consta de obediencia a mandatos mentales, también implica estados de ánimo o "maneras de sentir&q