La esencia de lo humano es la contradicción:
Cuando creo que crezco, quizás hay un aspecto en el que, simultáneamente, me envilezco o me traiciono o me distraigo y de tan orgulloso me caigo del balcón o pierdo el perro en una plaza.
Cuando me encarrilo y me pongo serio, me descarrilo de la otra dirección en la que lo importante está por fuera de lo serio.
Cuando yerro, acierto en otro juego que no percibo estar jugando, pero que reconoceré más adelante.
Cuando acierto puedo estar cometiendo el peor error de mi vida según mi propio juicio de 20 años después.
Estar convencido, probablemente será la mejor receta para estar obstinadamente equivocado.
Estar desesperanzado puede ser imprescindible para ponerme creativo.
Y estar desorientado puede terminar siendo esencial para encontrar lo que necesitaba.
Afirmar simultáneamente los opuestos puede ser la fricción
que produzca la chispa que clarifique por un instante la oscuridad que a veces nos impone la luz del sentido común.
Pablo Berraud
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