Ir al contenido principal


 

¿Decimos nuestra palabra o nuestra palabra nos dice?

¿Formulamos nuestras oraciones o nuestras oraciones nos forman?

Y me pregunto ¿cuánto narcisismo hace falta para sentirse dueño de la propia palabra?

Cada palabra pronunciada (o pensada) es una invocación a un ángel o un demonio .

Cuando venimos al mundo lo que nos espera es la palabra.

Y toda inspiración cabalga en la palabra 

Estamos hundidos, inundados, impregnados, envenenados y redimidos por palabras.

Están literalmente en nuestra carne.

No hay otro veneno ni otro antídoto.

Creo que sin palabras no hay principio.

Creo que la palabra es el verdadero Dios y es tan magnánima que sirve hasta para negarse a sí misma.

Creo que no se puede creer en nada sin palabras, como tampoco descreer de ninguna cosa (que en definitiva no es más que otra creencia).

Hasta un nihilista necesita creer (al menos) en la palabra "nada".


Pablo Berraud

Comentarios