<<El cinismo es la
única forma bajo la cual
las almas bajas rozan lo que se llama sinceridad>>
Friedrich Nietzsche
las almas bajas rozan lo que se llama sinceridad>>
Friedrich Nietzsche
<<Un cínico es un
hombre
que conoce el precio de todo y no da valor a nada>>
Oscar Wilde
que conoce el precio de todo y no da valor a nada>>
Oscar Wilde
“De no ser Alejandro, me
hubiera gustado ser Diógenes”
CINISMO E HIPOCRESÍA
el dilema de los dos venenos
Si de algo se autoconvenció el que se dice cínico es de haber superado la ingenuidad.
Con lo que hoy se dio en llamar “la caída de los grandes relatos” parecería que a muchas personas con aspiraciones realistas se les ocurre que la única opción posible para no sentirse un crédulo o un ingenuo es el cinismo.
“A mi no me vengan con cuentos”, es una de las declaraciones típicas del cínico con la que expresa su actitud defensiva ante el peligro de ser engañado por embaucadores profesionales.
Cansado de las promesas de las ideologías, optó por refugiarse en un descreimiento sarcástico y sistemático.
Y el riesgo de ser engañado ciertamente existe y, en esta organización social perversa, muchos caen víctimas de tales “peligros”.
Pero defenderse con el cinismo es como meterse en un tanque hermético por miedo a los virus para terminar muriendo asfixiado.
Me parece interesante señalar el hecho histórico (y etimológico) de que “cinismo” viene a significar algo así como “canismo” (en criollo “perrismo”: ser como un perro).
Y esto, para los cínicos griegos significaba básicamente la pérdida de la vergüenza. Porque la vergüenza, decían, es la manera en la que la cultura nos controla. Y, por lo tanto, tal como un perro, "hay que cagarse en la cultura". Cosa que, con una falta total de sentido metafórico, llevaban a la práctica literalmente cagando en la calle donde les venían las ganas.
Evidentemente, no hay nada nuevo bajo el sol...
Después de casi 25 siglos hoy vemos el resurgir de los naturalistas con el mismo exacto discurso.
Diógenes fue, quizás, el primer hippie que registra la historia.
Pero el “hippie” no es, por lo general, el que hoy se identifica como un cínico.
El hippie parece creer en algunas cosas.
El cínico es más bien el que dice no creer en nada y al hippie lo suele ver como a un boludo idealista.
El cínico de hoy, por lo general se autodenomina nihilista.
Su “religión” es no creer en nada: el culto al sinsentido.
Pero, en mi opinión, creer que no se cree en nada es una ingenuidad.
El nihilista (directa o indirectamente) le creyó a Schopenhauer o a otros “difusores del sinsentido”.
Ser humano es tener alguna visión del mundo recibida de alguien más.
No existe “autopoiesis” de la creencia.
Alguien influyó en nosotros para que concibamos el mundo de la manera en que lo hacemos.
Si usted cree hay otra posibilidad (que tiene una mirada propia, única y original), en mi opinión, se está engañando.
Creo que puede ser que cierto “asco a la hipocresía” (por lo general ajena) sea lo que lleva al cínico a adoptar su postura.
Kierkegaard introduce los conceptos de existencia auténtica e inauténtica y de las diversas maneras que cada cual puede tener de acercarse a estos conceptos, con una honesta búsqueda de una vida más real y menos fingida.
Hay que reconocer que el cínico puede querer estar haciendo un "movimiento hacia la autenticidad".
Lo que buscaban los cínicos antiguos era alcanzar la ataraxia o imperturbabilidad, que es lo que hoy los new-budistas llaman “desapego”. Desprenderse de toda dependencia para alcanzar la supuesta felicidad.
Dicho en criollo, sería la filosofía de “todo me chupa un huevo”.
Esto también, es más o menos lo que busca el cínico moderno.
Desde la psicología, se podría decir que es un mecanismo de defensa por el desprecio.
Si yo todo lo desprecio (se supone) nada me puede dañar.
Si yo no creo en nada, nada me va a defraudar.
Es una lógica parecida a la del que no quiere amar para no sufrir.
O no quiere vivir por miedo a morirse.
Toda experiencia constructiva implica un riesgo.
El riesgo es lo que (inconcientemente) teme el cínico.
Otra defensa del cínico consiste en autoconvencerse de que no le importa la opinión ajena sobre sí mismo.
Esto, como es obvio, de ser posible, a lo único que lleva es a la negación de todo vínculo.
Si no me importa la opinión del otro, en definitiva, no me importa el otro.
Se ve, creo, como el cinismo es un camino hacia el individualismo.
Y, de ser consistente, puede desembocar también en sociopatía.
Quien desprecia todo lo que propone la cultura, no es difícil que termine infringiendo varias leyes.
De Diógenes mismo, se dice que, antes de hacerse “hippie” había sido acusado de falsificar moneda.
Y que después de su "conversión" había adquirido el hábito de masturbarse en público a manera de protesta contra las normas vigentes.
Ciertamente que la hipocresía es un veneno para el hombre, que tarde o temprano termina creyéndose sus propias imposturas.
Pero el cinismo viene a ser como una reacción masiva y dicotómica frente a tal artificiosidad.
Es como querer terminar un fuego haciendo explotar el lugar.
Pero entre los dos venenos (hipocresía y cinismo) no sirve buscar un remedio en un punto medio.
Hay que buscar una tercera posición (que no sea una "mezcla").
Hay que buscar una forma de dialogar con la cultura con fines constructivos sin dejarse alienar por ella ni rechazarla radicalmente.
Sin cultura, no hay ser humano.
No hay realización posible.
Sin cultura, sólo resta la regresión a la animalidad.
Cuando nos gana el virus del cinismo vamos a tener cierta tendencia a percibir cualquier ideal como optimismo rosa y barato. Como una ingenuidad.
Pero resulta que el cinismo no es más que otra forma (más encubierta) de ingenuidad.
Una ingenuidad de corte narcisista.
Algunas personas, así como Alejandro idealizó a Diógenes, idealizan al cinismo y deploran no decidirse (o no poder) elegir esa forma despreocupada de existencia por tener que responder a las exigencias de la propia vida.
Muchas veces las exigencias de la vida adulta (la lucha por la supervivencia, las demandas del entorno por amoldarnos a una hipocresía funcional, la insensibilización que produce el aburrimiento, etc.) nos termina persuadiendo de que lo único importante es llegar al fin de cada semana para emborracharnos y descargar tensiones y así estar dispuestos a afrontar otra semana sin sentido.
Este es el camino de la disociación. Tenemos una personalidad de semana (responsable y cumplidora) y otra de fin de semana (fiestera e irresponsable).
Es como haber optado por “ser Alejandro” en la semana y “ser Diógenes” los fines de semana.
Algunos perciben esta dicotomía y al llegar a un punto de quiebre “patean el tablero” abandonando familia y toda obligación para dedicarse por fin “a vivir la vida”.
Esto, por supuesto, no es más que una forma irresponsable de evasión.
A veces, por el contrario, nos escapamos del sinsentido por adicción al trabajo o las ambiciones materiales fútiles (cambiar el auto a fin de año o comprar constantemente cosas innecesarias).
A veces estamos tan hipnotizados por estas “rutinas” que necesitamos que algún evento externo nos sacuda lo suficiente como para despertar del sueño.
Esos “eventos” no suelen ser del tipo “agradable”.
Me parece importante comprender, como ya dije, que el cinismo es una defensa.
Y una defensa del tipo narcisista.
Es raro que un cínico no se sienta superior a los ingenuos que critica y desprecia.
La única felicidad que el cínico encuentra consiste en decirse a sí mismo que su cinismo es un marcador de superioridad, de lucidez mayor a la media.
El cínico cree que se dio cuenta de algo que los demás no... y a veces, hasta cierto punto, es cierto.
Por eso Nietzsche dice que el cínico “roza la sinceridad”... Pero también dice que es un “alma baja”, es decir un tibio.
Porque mientras permanezca en esa postura reactiva contra la hipocresía va a mantenerse en la esterilidad.
La vida del que cree (aunque sea con cierta ingenuidad) estar construyendo algo, es cualitativamente superior a la del que sólo se dedica a desestimar los esfuerzos ajenos.
Y “estar construyendo algo” no significa cosas magníficas o delirantes.
Bien puede ser construyendo una familia, o un pequeño emprendimiento, o militando en una ideología en la que se crea, o contribuyendo a la educación de los demás o, como quería Voltaire, cultivando el propio jardín...
Está en la libertad de cada cual decidir si el tiempo de vida que le fue dado será tiempo fértil o tiempo estéril.
Pero es bueno saber que no hay felicidad en la esterilidad.
Y la construcción de uno mismo no puede estar desvinculada de la construcción social.
Lo demás es individualismo yermo.
Dicho en criollo... pura paja.
Magnifico, creo que esta bastante amplio, que recoge los principals aspectos del cinismo. Me gustaria saber si conoce de algun libro escrito sobre el tema con una perspectiva psicologica y actual. ( perdon por la ortografia pero el teclado esta en ingles)
ResponderBorrargracias
Borrarlamentablemente no se me ocurre ninguno ahora para recomendar
Me quedo con el perro,en esta vida perra
ResponderBorrar:)
BorrarMe encantó lo que expresas y siento que es lo que pasa con el cinismo que raya en el fanatismo . Saludos
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