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COMUNICACIÓN PARADÓJICA


Todos queremos ser amados.
O, al menos, ése es mi prejuicio basado en mi propia experiencia vincular.
Sin embargo, la manera de expresar esa necesidad tiene innumerables variantes.
O quizás no sean tan innumerables pero de momento no me quiero poner a contar.
Para eso lo tenemos a Valentino.
Algunos parecen demandar atención.
Otros respeto.
Otros obediencia.
Otros admiración.
Otros envidia.
Otros, incluso, odio o desprecio...
Etc, etc, etc....
Yo creo que, en el fondo, siempre lo que queremos es amor, aunque en distinto envase, según nuestra progamación previa.
Pero lo que sí me parece es que, dentro de esas variantes de demanda, algunas son más eficaces que otras.
Algunas, incluso, son altamente frustrantes, tanto para el emisor como para el receptor de la misma.
"Pero si yo soy perfectamente claro", quizás proteste alguno.
Lo que sucede muchas veces es que, si bien somos concientes del mensaje que emitimos, no lo somos tanto del metamensaje que lo acompaña.
Pero, sin embargo, siempre que el otro emite, tendemos a interpretar también su metamensaje (¿qué es lo que "realmente" está queriendo decir con eso que me dice?).
Y, por supuesto, esa interpretación puede ser correcta o completamente equivocada.
Y eso complica todavía más las cosas.
Quizás todos nos cruzamos alguna vez con un histérico (por supuesto, los del "problema" siempre son los otros) que en su mensaje dice "quiero", pero en su metamensaje dice "no quiero" (o viceversa).
Y encima después se enoja cuando su "estímulo" nos produce una inmovilidad aterrada.
Nuestra salud mental depende de nuestros vínculos.
Y, nuestros vínculos, dependen de nuestras comunicaciones y metacomunicaciones con los demás.
Algunos suponen que con "ser espontáneo" alcanza.
Pero difícilmente la supuesta espontaneidad es tan lisa y tersa como el emisor de la misma supone.
Uno de los problemas de la "espontaneidad" es que su actor no se puso realmente a pensar que es lo que el otro recibe de su comportamiento.
Y después se frustra cuando el otro no reacciona como él esperaba.
Se defiende diciendo que no le importa.
Pero a nadie "no le importa" que no lo quieran.
Creo que la especie humana habría desaparecido si la mayoría fuera realmente indiferente a ser amado.
Entonces...
¿Cómo lidiamos con las comunicaciones paradójicas de los otros?
¿Qué le podemos aconsejar al respecto a los demás?
Además...
¿Somos concientes cuando nosotros mismos las emitimos?
¿Pueden dar ejemplos de comunicaciones paradójicas?
Acá, el mío...

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