En la medida en que las palabras "normal" y "sano" fueron cayendo en el cajón de "lo relativo", los psicólogos tuvieron que buscar otros términos para poder decir que un paciente está "mejor" o "peor" que cuando había llegado.
Uno de los términos encontrados fue éste de "adaptativo" o "desadaptativo", queriendo significar que el adaptado está mejor que el que va a contrapelo de todo lo establecido.
Y, hasta cierto punto, parece cierto.
Y creo que lo sería si viviéramos en una sociedad saludable y justa.
Pero, como dice Allers, "adaptarse a un sistema enfermo no parece ser una adaptación sana".
Y, al decir "sistema", no hace falta hacer alusión al "Gran Sistema". Un sistema enfermante también puede ser una familia o cualquier otro colectivo.
El impulso por "adaptarse" parece tener que ver con el impulso "natural" del ser humano de ser aceptado y reconocido por la manada. Y eso no está mal, ya que solos pereceríamos muy pronto.
Pero cuando la manada que nos tocó resulta destructiva o psicopática, intentar adaptarnos puede implicar lesiones severas y, a veces, irreparables.
El sentimiento de no encajar puede precipitar a algunos a la conclusión de que la única solución para encajar es mutilarse.
Entonces, hay adaptación sana y adaptación enferma.
¿Cuáles son los marcadores (o síntomas) de una y de otra?
¿Cuándo la resistencia a adaptarnos es la opción más saludable y cuándo un pataleo caprichoso del propio ego?
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