¿Cuáles son sus ventajas y desventajas?
¿Cuáles son los límites de una adaptación sana? ¿Cuando se vuelve alienante?
¿A qué cosas es beneficioso adaptarse y a qué cosas la misma actitud termina siendo autodestructiva o, al menos, autolimitante?
Hay personas que se adaptan y otras que exigen que los demás se adapten. Acá entra el tema del poder... desde ambos lados. ¿Qué se pierde al adaptarse y qué se gana? ¿Cuándo adaptarse pone en riesgo la popia identidad y valores? ¿Cómo discernir más o menos realistamente las condiciones en las que conviene adaptarse y las otras en las que adaptarse sería una especie de suicidio del yo, una pérdida de identidad? ¿Cuándo no querer adaptarse al propio entorno es sólo una cuestión de rebeldía/capricho sin fundamento? ¿Y cuándo esa rebeldía es un gesto vital de autopreservación?
La rigidez psicológica es un problema que ahora, con las terapias contextuales, está pasando al "top ten" de lo "no-saludable". El objetivo a disolver. Y a mi me parece bien... siempre que se evalúe el caso por caso.
Porque la flexibilid exagerada puede dar lugar también a cualquier cosa. A convertirse en una ameba sin propósito, ni cosmovisión propia, ni entusiasmo.
Un adecuado discernimiento consistiría en saber cuándo adaptarse y cuándo no.
Esta cuestión no es algo secundario. Porque además de tener un interés psicológico, tiene un valor político. Porque la psicología es política y la política es psicología, mal que le pese a más de un individualista. Los extremos son "dejar que te violen" (relajarse y esperar que termine) o hacerse matar en la protesta. ¿Cuál sería aquí la tercera posición superadora (o síntesis)?
Les dejo la inquietud...
Pablo Berraud
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