Más de un autor estaría de acuerdo con la teoría de que la conducta humana está impulsada mayormente por dos "fuerzas": los "apetitos" y los "deberes".
Según entiendo, Freud habría puesto los deberes del lado del principio de realidad y los apetitos del lado del principio del placer.
Parecería que el cumplimiento de los deberes nos restringe la libertad y espontaneidad y (teóricamente) el de los apetitos ampliaría nuestra libertad.
Y,sin embargo, sabemos que cuando nuestra conducta está presa de los apetitos, no resulta siendo tan libre como nos prometieron.
Además, esta especie de petición de principio de atribuirle "libertad" a la búsqueda de saciedad de aquellos apetitos, supone que dichos apetitos son espontáneos y surgen de lo más profundo de nosotros mismos (nuestro propio cuerpo). Mientras que los deberes vendrían siempre desde "afuera", de los requerimientos de las sociedad o el contexto o los vínculos.
Sin embargo, vivimos una época en la que los apetitos fueron adulterados por el marketing y entonces ya nadie es capaz de discernir si el chocolate (o nuevo celular o viaje a Disney) que ahora se le antoja, viene de sí mismo o se lo sugirió alguna publicidad.
Nuestros "deseos" ya no son nuestros. Están contaminados, inoculados, hackeados. Por lo tanto, su cumplimiento no es para nada un acto de libertad.
Todo lo contrario.
La libertad posmoderna es el nuevo nombre de la esclavitud.
Complementariamente, se podría hacer una gran lista de "deberes" que lejos de sacarnos libertad nos proporcionan acceso a libertades más abarcadoras y sutiles. Creo que puede ser bueno hacernos esa lista: la de los deberes que nos liberan.
¿Usted cómo se las arregla con este dilema?
Pablo Berraud
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