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Mostrando las entradas de 2021

ATENCIÓN

Creo que, en las personalidades más sanas, hay cierta tendencia a la autopostergación sin que eso signifique para éstas una disminución de la autoimagen positiva.  Esta autoimagen positiva resulta, quizás, de la autopercepción de tener "resto atencional" para donar al otro. Por el contrario, cuando la autopostergación genera en el tipo la sensación de pérdida lesiva de la atención necesaria para el sostenimiento del propio yo, puede ser porque la demanda es vivida como imposición externa (real o fantaseada) o porque el narcisismo se resiste a ceder lugar atencional a ningún otro. Cuanto más atención sienta el tipo que necesita dirigir al sostenimiento del "yo soy" ante el otro, menos resto le quedará para donar libremente a los demás. Y esto no es sólo una cuestión ética. Si el flujo atencional sólo discurre en el circuito cerrado del sostenimiento del "yo soy", se "despotabiliza" como el agua en un circuito cerrado.  Creo que una de las clave de

SER VISTO

  Diga el tipo lo que diga o le parezca lo que le parezca, nada le importa más (como a cualquier otro humano) que ser visto: ser reconocido como "algo" distinto del paisaje, como figura que se destaca sobre el fondo. Y esto está bien, porque lo contrario lo pone en riesgo de que lo sieguen mientras están cortando el pasto. Todos necesitamos ser reconocidos.  No hay otra manera de lograr idea alguna del "sí mismo" (self) que no pase por la mirada del Otro. Ya decía H.G. Wells que no hay mayor tortura para el hombre que la de sentirse invisible. Pero la cosa es que ese mismo impulso no está libre de ambivalencia. Porque llega un momento en que, cuanto más visto es el tipo en cuestión, también más se convierte en "presa": inevitablemente, entre los que lo reconozcan como "algo distinto del paisaje", algunos lo van a querer usar como blanco de tiro, o como comida. Y entonces, se desencadena la ansiedad: ¿hasta qué punto tendrá que resaltar como para

de razones y motivos

  Si le preguntamos a alguien por qué hizo tal cosa, recibiremos como respuesta puras mentiras: las racionalizaciones y justificaciones que lo hacen parecer sensato y aceptable por el sentido común social. Si le preguntamos, en cambio, "para qué" lo hizo y, accesoriamente, "para quién" lo hizo (ante la mirada imaginaria de qué personas concretas) quizás, a veces, esa persona encuentre sus verdaderos motivos. Los motivos del cuerpo suelen no ser los mismos que los motivos de la mente. El cuerpo quiere vivir. Y, a veces, y simultáneamente, también quiere morir. La mente sólo se dedica a distraernos de la angustia que eso nos desencadena.

ENOJO Y DESCONFIRMACIÓN

  Existir es ser reconocido por un Otro. La sensación de existir no puede ser construida por uno mismo.  Nos es concedida por la atención de los demás.  No lograr ser "reconocido" (validado, confirmado) por al menos algún otro, es vivido imaginaria o simbólicamente como una amenaza de muerte social. Y la muerte social, para el ser gregario, no es más que una predicción de la muerte física. En algún lado del inconciente tenemos la oscura noción de que solos nos morimos. No es tan raro que bajo esa amenaza se reaccione compensatoriamente con enojo. Y una vez que entramos en enojo, la realidad vincular se vuelve dicotómica.  El desconfirmado siente que la única forma de "recuperar" sus consistencia es desconfirmando al otro. Y en ese juego de desconfirmaciones (dentro del cual, por lo general, ninguno de los actores se da cuenta cabalmente de lo que está pasando) se da la escalada simétrica que, por lo general, si alguno de ambos no se puede "correr

De la compasión

 Perdóneseme mi escepticismo pero, me parece a mí, que no elegimos ser quién somos... No llegamos a este punto de nuestras vidas por una sucesión de actos deliberados de voluntad sino todo lo contrario... porque no nos quedaba otra. Me causa un poco de gracia  y, también, cierta ternura, esta creencia de algunos de ser, como dice el poema, "arquitectos de su destino"... No sé si existirá el "destino", pero que la vida hizo con cada uno de nosotros lo que se le cantó en las pelotas, me parece bastante irrefutable... Y, si logramos reconocer esto en nosotros mismos, capaz que después nos sea más fácil reconocerlo en todos los demás... Pero sólo si llegamos a este punto, creo, podemos ser capaces de sentir verdadera compasión, por las cagadas de los otros que nos afectan... porque entendemos que no podían actuar de otra manera... que no son actos libres sino más bien la expresión de un síntoma... ¿Eso quiere decir que nos tenemos que dejar cagar en la cabeza?... por su

VIVIR EN EL TIEMPO

Por supuesto que hay una "patología" que consiste en quedarse trabado en el pasado y otra que tiende a preocuparse desproporcionadamente del futuro. Pero eso no quita que la compulsión a "disfrutar el momento" a como dé lugar, no pueda convertirse también en una conducta egoísta, hedonista e irresponsable, tan patológica como las demás. Porque el problema de todos esos casos es justamente la falta de fluidez entre todos nuestros "tiempos". Como decía Borges, "somos... todo lo que seremos y lo que hemos sido".... Quien no es capaz de elaborar su historia y proyectar un futuro también se aparta de lo esencial humano que es, a diferencia de los animales, vivir en el tiempo: caminar con esperanzas y entrañables recuerdos. Negar el pasado y el futuro lo único que consigue es aumentar la angustia que produce el sinsentido. Todos necesitamos dar un sentido a nuestra existencia. La forma de tender a eso es navegar nuestros tres tiempos.

LEGADO E INMORTALIDAD

Tengo la sensación de que en nuestros tiempos (probablemente por la caída en desprestigio de la idea de "vida después de la muerte" o "vida eterna") la mayoría de las personas, ante la idea del propio fin, tarde o temprano nos preguntamos qué marca dejamos en los otros de nuestro paso por sus vidas. Para algunos, quizás su "legado" son las cosas materiales que pudieron amontonar (bienes, propiedades) a lo largo de la vida. Esto no es necesariamente "malo" o materialista. Puede ser muy tranquilizador, en el momento de la muerte saber que los propios hijos no van a quedar desamparados y sin techo. Otros consideran directamente a su descendencia como legado a la humanidad. Su vida no fue en vano porque tuvieron hijos. Para otros, lo más importante puede ser su "visión del mundo" o sus valores éticos. Otros buscarán "herederos" de su lucha (por la justicia, la verdad o lo que a cada uno se le ocurra). Otros, finalmente, aspirará

La neurosis de la coherencia

La coherencia es una aspiración neurótica. Lo que no tiene rotos los bordes no deja pasar ni siquiera el oxígeno. La ilusión voluntarista de omnipotencia que anida en la pretensión de "ser coherente" puede que sea uno de los mayores impedimentos para establecer vínculos. Porque ante la frustración de no poder lograr en sí mismo la coherencia, el neurótico termina conformándose con exigirla de los demás... y así se aísla. La defensa más mediocre ante la frustración de lo que no podemos conseguir en nosotros mismos es tratar de demandárselo a los que tenemos alrededor. Mezquina forma de autoconvencernos de que "no abandonamos nuestros principios". Aceptar la propia incoherencia es aceptar la propia humanidad como "sistema abierto"

CRUCIFICANDO LA AUTOCRÍTICA

Quiero volver sobre esta cuestión de la autocrítica porque creo que puede servir para ejemplificar cómo el pensamiento dicotómico lineal se queda atrancado en la falsa solución de que "entre el blanco y el negro, la solución universal es el gris" y, en mi opinión, no puede estar más equivocado. Al señalar, hace unos días, que una persona con muy poca autocrítica es tan desadaptativa como una con mucha (los extremos) la respuesta más inmediata de la mayoría fue "algo en el medio", "ni muy muy, ni tan tan"... en síntesis "el gris". Pero uno no va a encontrar ninguna autocrítica sana mientras se quede rebotando a lo largo de la línea de la cantidad. Tiene que trazar una transversal (crucificar). La transversal es la línea de la cualidad. Entonces, en vez de preguntarse por lo numérico, uno podría empezar a preguntarse por el cómo, la forma, lo modal. Ya no pregunta "cuánta" sino "de qué tipo". O, dicho de otra forma, "con qu

ADAPTARSE O MORIR ¿O ADAPTARSE Y MORIR?

En la medida en que las palabras "normal" y "sano" fueron cayendo en el cajón de "lo relativo", los psicólogos tuvieron que buscar otros términos para poder decir que un paciente está "mejor" o "peor" que cuando había llegado. Uno de los términos encontrados fue éste de "adaptativo" o "desadaptativo", queriendo significar que el adaptado está mejor que el que va a contrapelo de todo lo establecido. Y, hasta cierto punto, parece cierto. Y creo que lo sería si viviéramos en una sociedad saludable y justa. Pero, como dice Allers, "adaptarse a un sistema enfermo no parece ser una adaptación sana". Y, al decir "sistema", no hace falta hacer alusión al "Gran Sistema". Un sistema enfermante también puede ser una familia o cualquier otro colectivo. El impulso por "adaptarse" parece tener que ver con el impulso "natural" del ser humano de ser aceptado y reconocido por la manad

¿para qué sirve la compasión?

Perdóneseme mi escepticismo pero, me parece a mí, que no elegimos ser quién somos... No llegamos a este punto de nuestras vidas por una sucesión de actos deliberados de voluntad sino todo lo contrario... porque no nos quedaba otra. Me causa un poco de gracia y, también, cierta ternura, esta creencia de algunos de ser, como dice el poema, "arquitectos de su destino"... No sé si existirá el "destino", pero que la vida hizo con cada uno de nosotros lo que se le cantó en las pelotas, me parece bastante irrefutable... Y, si logramos reconocer esto en nosotros mismos, capaz que después nos sea más fácil reconocerlo en todos los demás... Pero sólo si llegamos a este punto, creo, podemos ser capaces de sentir verdadera compasión, por las cagadas de los otros que nos afectan... porque entendemos que no podían actuar de otra manera... que no son actos libres sino más bien la expresión de un síntoma... ¿Eso quiere decir que nos tenemos que dejar cagar en la cabeza?... por sup

De la oquedad de la opinión

Podrás cambiar mil veces de opinión. Pero lo que no podrás, es cambiar de estructura. Y resulta que nuestras opiniones son resignificadas por nuestra estructura. Está bien... NO SIEMPRE, pero sí muchas veces... Por ejemplo "HAY QUE CUIDARSE MÁS" Para un fóbico será la pura expresión de su fobia. Para un border o un adicto puede ser un camino hacia la salud. Para un obsesivo puede ser un refuerzo de su represión. Para un histérico puede significar adornarse mejor, o usar perfumes más caros, o estar mejor bronceado. Para un paranoide será el detonante de una nueva pesquisa de enemigos ocultos. Para un narcisista podrá ser una relativización de su omnipotencia... salvo que esté reclamando que los demás no lo cuidan como se merece. Un psicótico quizás argumentará que para lograrlo necesita que le extraigan el chip que los marcianos le implantaron en el cerebro. Un perverso, si se la dice a sí mismo, estará hablando de cuidarse de que no lo descubran. Si te la dice un psicópata se

OBEDIENCIA Y REBELDÍA ¿virtudes o defectos?

Hay quien obedece "automáticamente" (ni siquiera sabe que lo está haciendo, parece). Hay quien obedece por miedo. Hay quien obedece por respeto o admiración. Hay quien obedece por instinto de supervivencia o autopreservación. Hay quien obedece por amor... Hay también el que se rebela "automáticamente" (ni siquiera sabe que lo está haciendo, parece). Y está el que se rebela por indignación o por odio. Y el que se rebela por impotencia. Y el que se rebela de puro narcisista o caprichoso. Y, por supuesto, también está el que se rebela por amor... Así que, otra vez, no es el resultado sino la causa lo que cualifica la actitud. A muchos obedientes, los rebeldes les parecen peligrosos. A muchos rebeldes, los obedientes les parecen peligrosos. Después están los obedientes que se rebelan y los rebeldes que de repente obedecen. Por lo general, la única obediencia considerada "meritoria" es la del rebelde y la única rebeldía considerada "meritoria" es la d

DE LAS DISCUSIONES CIRCULARES la mirada sistémica

Muchas veces, no nos queda otra que abrazarnos a la razón como quien se abraza a un tronco flotando en el río para no hundirse. Lo que no es bueno perder de vista es que el tronco flotante no es un árbol y que el río lo mueve a su antojo (tal como el contexto (externo e interno) "arrastra" nuestra razón). En la mayoría de las discusiones, el problema no es que uno de los dos esté equivocado, sino que ambos tienen razón. Y eso, conjuntamente con una incapacidad para ver la razón del otro. Entonces, cuando se llega a ese punto, la discusión deja de ser acerca del "tema en cuestión" y se convierte en una disputa velada acerca del vínculo. Sólo podemos escapar de ese laberinto apartándonos del tema y enfocándonos en qué es lo vincular que se está poniendo en juego. Por ejemplo: Si dos personas discuten acerca del color del que se va a pintar una pared, quizás, lo que en verdad discuten es quién tiene el mejor criterio estético. O quizás no es que al otro no le guste el

LA CULPA Y LAS RECETAS DE FELICIDAD UNIVERSAL

El ataque indiscriminado y generalizado contra todo concepto de culpa sólo produce dos cosas en los que son incapaces de mirar el "caso por caso": O una acentuación del cinismo burgués (que usa este relativismo para poder seguir cagando a su empleada doméstica sin preocuparse)... O una acentuación del conflicto del culpógeno que ahora, además de sentir culpa, se va a sentir culpable por sentirla. Sólo el caso por caso puede acercarnos a descubrir si un sujeto puntual usa la culpa como un placer morboso de revolcarse en la propia mierda o, por el contrario, la puede usar como palanca para intentar salir del círculo vicioso de su propio egoísmo. O de varias maneras más, todas particulares e idiosincráticas. Esto es sólo un ejemplo de los efectos iatrogénicos producidos por los vendedores de recetas de felicidad de cartón pintado. Usted podrá estar de acuerdo o no con este caso puntual, pero es mi esperanza que lo pueda trasponer a la multitud de slogans vigentes generados por l

¿Quién se beneficia con el relativismo ético?

Siempre me llamó la atención la vehemencia con la que los relativistas defienden esta cuestión de que "todo es relativo" o "ninguna opinión tiene más valor que otra", como religioso que defiende un dogma de fe. Poniéndole onda, sospecho que puede haber detrás de eso un intento de rescatar la dignidad de todo humano y su derecho a decir. El problema es que, en esa "buena intención" (démosles el beneficio de la duda), se les pierde de vista el hecho de que los discursos socialmente establecidos nunca son inocentes. Siempre hay detrás de éstos una disputa de poder. Es más, en todo vínculo en el que no se haya podido "limpiar" la lucha de poder (quién la tiene más grande), siempre termina ganando el más fuerte o el más sagaz (que es otra forma de fuerza). Entonces, este "relativismo absolutista" termina siendo una ingenuidad peligrosa, que habilita a los más psicópatas de nuestra "bendita" sociedad para hacer el mal. Total, todo e

SER MEJOR

SER MEJOR ¿Qué significa para usted? ¿O no significa nada? Según me parece, se podría hasta desarrollar una tipología psicológica en función de la respuesta a esta pregunta. Para algunos "ser mejor" implica competir: Ser mejor que otro. Y si para conseguirlo hay que tirar a alguno por el precipicio no se preocupan demasiado. Incluso a algunos, parecería que no les preocupa tanto ser mejores, sino que les alcanza con conseguir que los otros sean peores... o que desaparezcan del panorama. Para otros, ser mejor es ser más blanquito, estar más limpio o mejor vestido. En general sienten que es algo que ya son (mejores) y no hay que hacer ningún esfuerzo por conseguirlo. Otros lo relacionan con un mandato del "ideal del yo" (una demanda externa internalizada) y, por lo tanto, para ellos "lo mejor" es no preocuparse para nada por ser mejor, porque ceder a esa demanda sería consentir con que el "superyó hostil" les amargue la vida. El efecto de esto es

DEBER SER, CONCIENCIA Y PALABRA HUECA

Desde que se puso de moda esta idea de que el "deber ser" es neurotizante y generador de estrés, se ven reacciones de lo más extravagantes. Una muy interesante es cuando "liberarse de todo deber ser" se convierte en el principal deber ser del sujeto en cuestión. Lo cual demuestra, dicho sea de paso, que al menos por el momento, captar la esencia del asunto es para él una total imposibilidad. Pero la más frecuente es eliminar imaginariamente toda distancia entre el deber ser y el ser. El tipo que, por ejemplo, tras decidir que la mezquindad o la envidia son sentimientos indeseables, en vez de ponerse a hurgar en su interior para ver cómo surgen, salta directamente a la conclusión de que, al haber reconocido que son "malos" se expurgó automáticamente de los mismos. Es el único resultado posible mientras se habite en la palabra hueca, no hecha carne. Entonces, me parece a mi, un "deber ser" interesante para aspirar a él, podría ser el de emanciparse

LIBREPENSAMIENTO, IDEOLOGÍA Y LA IDEOLOGÍA DE LA ANTI-IDEOLOGÍA

Como todo, en este complicado mundo en el que vivimos, la palabra "ideología" tiene múltiples acepciones (según la ideología que la sustente). Para mí, decir que alguien tiene cierta ideología apunta, sobre todo, a un posicionamiento ético: una idea de lo que que es bueno y lo que es malo para el ser humano y, no menos importante, un "lo que sería deseable hacer" a partir de ese posicionamiento: Una especie de catálogo de principios de comportamiento individual, social y político. La ideología, suele proveer también los "porqués" y "para qués" de dicho posicionamiento y también los "cómos" relacionados con su "deber hacer". Como siempre (al menos en mi opinión) la creatividad humana sucede en el "cómo": cuando ya estamos de acuerdo con el bien deseado, hay que empezar a producir "cómos" que tengan en cuenta la variabilidad infinita de situaciones a las que aplicarlo y la perpetua mutación de la cultura. Es

RELACIONES DE CAUSALIDAD Y CORRESPONDENCIA ENTRE LA PREVALENCIA DEL YO IDEAL EN LA PSIQUIS Y LA POSIBILIDAD DE SER UN PERFECTO PELOTUDO. (o Apología del fracaso) (o Elogio de la impotencia) (o Yo pecador) (o El pelotudo no se decide qué título ponerle)

¿Qué es el "yo ideal"? Sin pretender meterme en los meandros psicoanalíticos y para simplificar, diría que es esa idea imaginaria de uno mismo confeccionada con lo que queremos que los demás opinen de nosotros y que nos terminamos tomando por nuestra identidad. Pero no es. Es sólo nuestro superhéroe infantil, medio tuneado a lo largo de los años pero con la misma cualidad de "exhibicionismo inobjetable": todo el que lo objete pasa a formar parte del conjunto de "los enemigos" (o "los tóxicos"). Es la imagen de nosotros mismos que nos reconforta. A su vez, es aquello que hasta que no se desmorona como una estatua bombardeada no se puede decir que el tipo en cuestión es un adulto "maduro". Una de las características denotativas de este superhéroe interior que todos supimos representar es la "perfección". La omnipotencia es casi el núcleo de ese yo imaginario. El Yo ideal es el brillo que oculta la falta. El Yo ideal es voluntari