Parecería que por efecto del "paradigma de la positividad" (descripto magistralmente por Byun Chul Han) hoy la gente tiene cierto prurito en decir que hay cosas buenas y cosas malas.
Así, muchas veces, por miedo a caer en la "discriminación", cae estrepitosamente en la falta de discernimiento.
Parecería que hoy en día lo único percibido como "malo" es decir que hay cosas buenas y cosas malas.
Entonces, a fin de validar al prójimo como persona (cosa que desde mi punto de vista es algo necesario y fundamental) uno cae a veces en el error de querer validar todos sus errores como si fueran virtudes.
Hay cierto prejuicio con el concepto de "tolerar" porque se nos antoja que eso nos pondría en un plano de superioridad con respecto al otro (porque se tolera lo peor).
Lo que me parece es que uno al tolerar no se refiere al otro como totalidad sino sólo a sus defectos.
E intuyo en el imperativo de la aceptación una intención de enceguecerse a los defectos del otro. Anulándose implícitamente para discernir defectos.
Aceptar al otro como persona humana, con la misma dignidad que la de cualquier otro humano, no significa que a la vez uno no tenga que decidir a cada momento si tolerar o no sus defectos.
La tolerancia, entonces, sería aplicable a cuestiones puntuales y fragmentarias (defectos, puntos de vista distintos) y la aceptación a la persona total (sólo por el hecho de ser persona).
El que se somete al paradigma de la aceptación se priva del discernimiento de lo que se puede cambiar.
Así, la aceptación se transforma en una especie de cinismo nihilista en la que cualquier cosa vale lo mismo que cualquier otra.
A la larga, es el mejor argumento del sistema para que nos dejemos coger por el poder de turno.
Así, muchas veces, por miedo a caer en la "discriminación", cae estrepitosamente en la falta de discernimiento.
Parecería que hoy en día lo único percibido como "malo" es decir que hay cosas buenas y cosas malas.
Entonces, a fin de validar al prójimo como persona (cosa que desde mi punto de vista es algo necesario y fundamental) uno cae a veces en el error de querer validar todos sus errores como si fueran virtudes.
Hay cierto prejuicio con el concepto de "tolerar" porque se nos antoja que eso nos pondría en un plano de superioridad con respecto al otro (porque se tolera lo peor).
Lo que me parece es que uno al tolerar no se refiere al otro como totalidad sino sólo a sus defectos.
E intuyo en el imperativo de la aceptación una intención de enceguecerse a los defectos del otro. Anulándose implícitamente para discernir defectos.
Aceptar al otro como persona humana, con la misma dignidad que la de cualquier otro humano, no significa que a la vez uno no tenga que decidir a cada momento si tolerar o no sus defectos.
La tolerancia, entonces, sería aplicable a cuestiones puntuales y fragmentarias (defectos, puntos de vista distintos) y la aceptación a la persona total (sólo por el hecho de ser persona).
El que se somete al paradigma de la aceptación se priva del discernimiento de lo que se puede cambiar.
Así, la aceptación se transforma en una especie de cinismo nihilista en la que cualquier cosa vale lo mismo que cualquier otra.
A la larga, es el mejor argumento del sistema para que nos dejemos coger por el poder de turno.
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