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EL SANTO



¿Qué carajo tiene que ver el santo con la psicología?
Algunos ante esta palabreja se imaginan una estatua o una estampita. Otros, una especie de chupacirios reprimido que se escapa del mundo para dedicarse a rezar a un amigo imaginario. Otros, simplemente, alguien con disfunciones sexuales con miedo al sexo opuesto y al propio. Otros, viejos como yo, quizás en el primero que piensen es en Simon Templar...
Traigo este tema a colación porque por casualidad en estos días confluyeron en mí la lectura de ciertos textos de Schopenhauer y de Dostoievsky en los cuales cada uno a su manera trata el tema.
No quiero disimular mi prejuiciado asombro al descubrir que el filósofo pesimista y ateo propone al santo como el ser humano que todos deberíamos aspirar a ser. Es más, sugiere la compasión como el único acto deseable para aliviar el sufrimiento omnipresente en el mundo.
Dostoievsky, por su parte, dedica una novela de casi 700 pgs (El Idiota) a describir lo que para él sería un santo no religioso.
No puedo ponerme en el espacio de un post a contar lo que ellos dicen. Sólo se me dio por dejar constancia de cómo a estos genios (inteligencias indiscutiblemente superiores) se vieron seducidos por estas personalidades poco frecuentes.
Bueno, dirán algunos... ¿y la psicología?
Cierro con la controvertida opinión de un psicólogo adleriano convenientemente silenciado en esta época, Rudolf Allers, que dice:
"La única salida de la neurosis es la santidad".
Curioso ¿no?
Y, sí, puteen tranquilos...
Pero quizás después alguno quiera contestar:
¿Qué se imagina usted que puede ser un santo?
PD: La del dibujo es Juana de Arco.

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