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DE PALABRAS Y PRINCIPOS

¿Decimos nuestra palabra o nuestra palabra nos dice?
¿Formulamos nuestras oraciones o nuestras oraciones nos forman?



Pero me digo ¿cuánto narcisismo hace falta para sentirse dueño de la propia palabra?
Cada palabra pronunciada (o pensada) es una invocación a un ángel o un demonio (dios mío hace que entiendan que todo es metáfora).
Cuando venimos al mundo lo que nos espera es la palabra.
Y toda inspiración cabalga en la palabra (ésto seguro será causa de disenso para muchos, pero permítaseme expresar mi creencia).
Lacan decía que la verdad está sólo en la palabra. 
Se le olvidó decir que el ser humano también.

Estamos hundidos, inundados, impregnados, envenenados y redimidos por palabras.
 Están literalmente en nuestra carne.
No hay otro veneno ni otro antídoto.
Creo que sin palabras no hay principio.
Creo que la palabra es el verdadero Dios y es tan magnánima que sirve hasta para negarse a sí misma.
Creo que no se puede creer en nada sin palabras, como tampoco descreer de ninguna cosa (que en definitiva no es más que otra creencia).

Hasta un nihilista necesita creer (al menos) en la palabra "nada".

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