No creo en el destino y a la vez creo en el destino.
No creo en el destino, proceloso o tenaz, que predican los adivinos.
Ni en la intrincada aritmética augural de los astrólogos.
Ni en las permutaciones cabalísticas que pueden, presuntamente, crear un golem.
Ni en el fullero abarajamiento del tarot.
Ni en el sencillo cara o seca del i-ching.
Ni en la intrincada aritmética augural de los astrólogos.
Ni en las permutaciones cabalísticas que pueden, presuntamente, crear un golem.
Ni en el fullero abarajamiento del tarot.
Ni en el sencillo cara o seca del i-ching.
Antes de que los new age me salten a la garganta (pero también "prediciendo" que alguno que otro igualmente lo hará) me apresuro a aclarar que mi intención no es despreciar de plano ninguno de los constructos antes mencionados.
Al contrario, todos me parecen en sí geniales y fueron objeto de mi curiosidad allá lejos, en mi juventud.
Toda creación cultural de la envergadura de las mencionadas tiene de por sí un valor.
Al contrario, todos me parecen en sí geniales y fueron objeto de mi curiosidad allá lejos, en mi juventud.
Toda creación cultural de la envergadura de las mencionadas tiene de por sí un valor.
El problema no es la cosa sino el idiota que la usa.
El mismo bisturí capaz de salvar una vida deviene arma mortal en manos de un mono.
No hace falta ser muy perspicaz para descifrar las múltiples laceraciones perpetradas a lo largo de la historia por monos con navajas.
No hace falta ser muy perspicaz para descifrar las múltiples laceraciones perpetradas a lo largo de la historia por monos con navajas.
Tomo, azarosamente (sic), el i-ching, para ilustrar mi punto.
No tengo palabras para elogiar al genio que concibió el leer un libro de tal profundidad metafísica saltando por sus páginas según dicte la suerte. (Tanto Rayuela, como el Diccionario Jázaro, son pobres reflejos de este radical procedimiento). Incluso es admirable la forma de persuadir al lector de leer cada fragmento relacionándolo con su propia circunstancia vital. Difícil imaginar un mayor nivel de implicación con cualquier texto.
Que muchos encuentren en el mismo sólo una triste bola de cristal no es culpa del libro ni del autor sino de la precariedad del usuario.
Está el refrán que alude al despropósito de matar moscas a cañonazos. Peor aun, creo, es cuando las moscas pretenden manejar el cañón.
Dejo al lector la inquietud de encontrar analogías con lo antedicho para con la astrología, la cábala, el tarot... en incluso la biblia misma. Grandes metáforas de la existencia frecuentemente bastardizadas por los tontos.
No tengo palabras para elogiar al genio que concibió el leer un libro de tal profundidad metafísica saltando por sus páginas según dicte la suerte. (Tanto Rayuela, como el Diccionario Jázaro, son pobres reflejos de este radical procedimiento). Incluso es admirable la forma de persuadir al lector de leer cada fragmento relacionándolo con su propia circunstancia vital. Difícil imaginar un mayor nivel de implicación con cualquier texto.
Que muchos encuentren en el mismo sólo una triste bola de cristal no es culpa del libro ni del autor sino de la precariedad del usuario.
Está el refrán que alude al despropósito de matar moscas a cañonazos. Peor aun, creo, es cuando las moscas pretenden manejar el cañón.
Dejo al lector la inquietud de encontrar analogías con lo antedicho para con la astrología, la cábala, el tarot... en incluso la biblia misma. Grandes metáforas de la existencia frecuentemente bastardizadas por los tontos.
Pero volviendo al tema del destino y la banalización de las teorías, no puedo omitir el tema de la famosa "DETERMNACIÓN INCONCIENTE" (narcisísticamente elevada por el mismo Freud a la jerarquía de "tercera herida narcisista").
De nuevo cabe aclarar (por la molesta disrupción de los fanáticos) que no estoy diciendo que no haya determinación.
Antes de esa, incluso, está la determinación biológica.
Sé positivamente que no es mi destino (ni el de ningún otro humano) que algún día me crezcan cuernos de toro ni cola de león, aún cuando muchos insistan en verme como un demonio.
Otro destino cierto es que tampoco me crecerán alas (por más fuerza mental que desarrolle y por más fuerte que sea mi deseo de volar por mis propios medios).
Volviendo a "lo inconciente" sí creo en el destino aciago que nos imponen los vicios (el "goce", que le dicen, o la "pulsión de muerte").
Casi cualquiera, creo, puede predecir con alto grado de certeza qué hará un alcohólico si se le pone una botella delante, o un adicto al juego si entra en un casino con la excusa de dar una miradita.
Eso sí creo que se convirtió en destino... y destino trágico.
De lo anterior se podría deducir (quizás apresuradamente) que quien afirma de manera total la supuesta determinación inconciente está adhiriendo (quizás incluso sin saberlo) a una concepción antropológica que define al ser humano sólo en atención a sus vicios.
Quizás por eso (hipótesis aventurada) muchos psicoanalistas se resisten a considerar la posibilidad de que la libertad pueda estar en la virtudes.
De nuevo cabe aclarar (por la molesta disrupción de los fanáticos) que no estoy diciendo que no haya determinación.
Antes de esa, incluso, está la determinación biológica.
Sé positivamente que no es mi destino (ni el de ningún otro humano) que algún día me crezcan cuernos de toro ni cola de león, aún cuando muchos insistan en verme como un demonio.
Otro destino cierto es que tampoco me crecerán alas (por más fuerza mental que desarrolle y por más fuerte que sea mi deseo de volar por mis propios medios).
Volviendo a "lo inconciente" sí creo en el destino aciago que nos imponen los vicios (el "goce", que le dicen, o la "pulsión de muerte").
Casi cualquiera, creo, puede predecir con alto grado de certeza qué hará un alcohólico si se le pone una botella delante, o un adicto al juego si entra en un casino con la excusa de dar una miradita.
Eso sí creo que se convirtió en destino... y destino trágico.
De lo anterior se podría deducir (quizás apresuradamente) que quien afirma de manera total la supuesta determinación inconciente está adhiriendo (quizás incluso sin saberlo) a una concepción antropológica que define al ser humano sólo en atención a sus vicios.
Quizás por eso (hipótesis aventurada) muchos psicoanalistas se resisten a considerar la posibilidad de que la libertad pueda estar en la virtudes.
Y, hablando de los vicios (o debilidades), creo que es posible predecir que pocos habrán llegado a este punto de la lectura y, en varios casos, habrá sido su pereza intelectual lo que los habrá "determinado". A otros, hay que decirlo, quizás su fanatismo doctrinal.
El fanatismo es otro vicio bastante determinante de nuestro destino.
El fanatismo es otro vicio bastante determinante de nuestro destino.
No obstante eso, no quiero abusar de la paciencia de quienes sí hayan alcanzado (dueños de su atención o esclavos de su curiosidad) este punto.
Pero no quiero terminar sin una referencia, aunque sea escueta, al EFECTO PIGMALIÓN.
Porque éste configura el destino de algunos a partir de la mirada de los otros significativos.
Sería largo explicarlo acá. Quién no lo conozca puede buscarlo en la red.
Así, y para cerrar con el principio, quiero aludir a la relación entre los adivinos y la PROFECÍA AUTOCUMPLIDA.
Oscar Wilde (los mejores psicólogos siempre los encontré en la literatura), narra en un brillante cuento, cómo un sujeto deviene en asesino a partir de que un pretendido quiromántico dice leer ese destino en la palma de su mano.
Porque éste configura el destino de algunos a partir de la mirada de los otros significativos.
Sería largo explicarlo acá. Quién no lo conozca puede buscarlo en la red.
Así, y para cerrar con el principio, quiero aludir a la relación entre los adivinos y la PROFECÍA AUTOCUMPLIDA.
Oscar Wilde (los mejores psicólogos siempre los encontré en la literatura), narra en un brillante cuento, cómo un sujeto deviene en asesino a partir de que un pretendido quiromántico dice leer ese destino en la palma de su mano.
Desde el Paradigma de la Complejidad, hablamos de MULTICAUSALIDADES.
¿Qué hace que las innumerables causas que permanentemente impactan sobre nosotros determinen nuestro destino?
¿Azar o magia?
¿Qué papel juega la propia idiotez en la construcción de nuestra libertad?
¿Qué relación habrá entre la profecía autocumplida y creer en una total determinación inconciente?
¿Exstirá el riesgo de convertirse en una especie de tenebrosa Galatea de Freud?
Y, más importante aún.
¿Por qué somos idiotas?
¿Destino, azar... o una obstinada resolución de hacernos los boludos?
¿Qué hace que las innumerables causas que permanentemente impactan sobre nosotros determinen nuestro destino?
¿Azar o magia?
¿Qué papel juega la propia idiotez en la construcción de nuestra libertad?
¿Qué relación habrá entre la profecía autocumplida y creer en una total determinación inconciente?
¿Exstirá el riesgo de convertirse en una especie de tenebrosa Galatea de Freud?
Y, más importante aún.
¿Por qué somos idiotas?
¿Destino, azar... o una obstinada resolución de hacernos los boludos?
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