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HACERSE EL BOLUDO 2

(Sobre los problemas del concepto de REALIDAD PSÍQUICA)



-¡Pero che -dicen que dijo Freud-. A veces un cigarro no es nada más que un cigarro!
Me lo imagino hastiado, de la idiotez de sus discípulos, mirándolo socarronamente, cual adolescentes hormonizados, cada vez que se prendía uno.
Éste es uno de los muchos ejemplos en los que el idiota fundamentalista tiende a ser "más papista que el papa".
Otro, del que pretendo hablar ahora, es el de "realidad psíquica".
Cuenta la leyenda que, como siempre, todo empezó con una sorprendente y aterradora revelación:
"Mi histérica me engañó" -dicen que dijo consternado en una carta a su amigo Fliess.
Toda su teoría del trauma se le hubiera venido abajo si no se le hubiera ocurrido, para salvar el boliche, esta genialidad de la realidad psíquica.
Gracias a ésta, no hacía falta que la susodicha hubiera sido efectivamente abusada, bastaba con que SE LO HUBIERA IMAGINADO.
En su defensa, cabe aclarar que, dentro del clima cultural positivista en el cual esta idea fue concebida, era imposible predecir la forma en la que iba a ser distorsionada en el ambiente actual de la realidad líquida.
Pero parece ser que, para el sujeto promedio posmoderno, la realidad psíquica (léase "imaginaria") es la única realidad.
Por eso es tan difícil convencerlo de que un cigarro no se convierte en un pene por más que lo desee. Ni que la felicidad vendrá a su vida por más que se empecine en inflar una cantidad infinita de globos amarillos.
"Todo se va a arreglar con optimismo" es una mentira sostenible sólo hasta el momento en que llega el corte de la luz.
Mientras tanto, como se sabe, es bastante estéril tratar de razonar con este tipo de boludos.
Pero no me quiero resbalar a lo político. Estamos hablando de psicología.
Pongamos un ejemplo:
Si una persona se queja recurrentemente de que su pareja le es infiel, creo que es importante saber si EN VERDAD su pareja lo es. No será "objetivamente" la misma la realidad psíquica de aquel que efectivamente es engañado que la del que sólo se lo imagina. Con este último, habrá que barajar incluso la hipótesis de que sufra alguna especie de delirio paranoide.
Si me quedo varado en el concepto de que "lo que para el paciente es, es lo único que importa", estoy corriendo incluso el riesgo de fomentar un síntoma.
TODOS MENTIMOS.
Creo que ésa es una VERDAD incontestable.
Pero cuando nos deslizamos por la pendiente de deducir de ello que, por lo tanto (por una cuestión democrática) "toda verdad es relativa", entramos en el territorio de la liquidez patológica, tan característica de nuestra época. Aquélla que nos condena a una EXISTENCIA INAUTÉNTICA.
Creo que no es exagerado decir que uno de los mejores consejos terapéuticos que se le puede dar a un NEURÓTICO es que DEJE DE MENTIR.
Nos quejamos de que los políticos nos engañan, pero no advertimos que nuestra disposición a ser engañados tiene su raíz en nuestra tendencia cotidiana a vivir en la mentira.
Por eso es que nos convertimos, casi sin darnos cuenta, en individuos de mala fe.
Y cualquier estafador sabe que su mejor herramienta para estafar a alguien es justamente la deshonestidad de la víctima.
Pero ya me extendí demasiado. Así que voy a tener que seguir pateando la mala fe para adelante.
MENTIR O NO MENTIR -he ahí su verdadera pregunta, si es que, en verdad, usted quiere dejar de ser mentido.


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