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RESPETO SU OPINIÓN Cuando el "respeto a la libertad" se trata de otra cosa






Quizás muchos de nosotros tengamos en nuestro haber la dolorosa experiencia de ser ignorados.
Cuando, por ejemplo, después de decir algo, nuestro interlocutor cambia de tema.
O como toda respuesta recibimos una sonrisa displicente o incluso sardónica.
En general, cuando digo algo y no me contestan no puedo evitar sentir que al otro le debe haber parecido tan boludo que ni siquiera ameritaba una puteada.
Aún reconociendo mi narcisismo, no creo salirme mucho de la norma al decir que prefiero que me puteen a que me ignoren.
Por lo menos la puteada me comunica que para el otro existo... aunque sea como un grano en el culo.
Yo creo que toda acción humana es acción social, lo sepa o no el agente de la misma.
Opino que el que adopta una actitud de supuesta "asepsia" con respecto a la vida (o las opiniones) del otro con la excusa de "respetar su libertad" no se da cuenta de que la indiferencia es también una actitud hacia el otro... y una de las más lesivas de su dignidad.
Esto, por supuesto, no quiere decir que uno debería empecinarse en obligar a nadie a hacer (u opinar) ninguna cosa... sobre todo cuando percibe que el otro está obstinado en su actitud.
Pero me parece fundamental la propia honestidad (para la cual no basta desearlo sino que hace falta un voluntario y sistemático desarrollo de la autoconciencia) para reconocer cuándo nuestra motivación no es la búsqueda del bien del otro sino algún tipo de desinterés, resentimiento o egoísmo. 
A toda acción (o inacción) la mueve una emoción.
Es necesario saber cuál.
Decirnos a nosotros mismo que dejar que alguien persevere en lo que creemos que le hace mal es "porque respetamos su libertad" me parece una sutil manera de hacernos los boludos.
Una indiferencia disfrazada de altruísmo.
Alguien dirá, seguramente, "¿quién soy yo para decir que el otro se equivoca?".
La verdad, me parece, es que todos nos lo estamos diciendo todo el tiempo acerca de los otros (que se equivocan)... que lo expresemos o no es otra cosa.
Pero para saber si estamos acertados o no en nuestro juicio lo mejor es expresarlo. De lo contrario es mucho más fácil quedarnos fijados en nuestra opinión cerrada.
Por supuesto que no hay que perder de vista la irrefutable verdad de que todos podemos estar equivocados y que, de hecho, muchas veces lo estamos.
Tampoco la de que lo que el otro decida queda del lado de su libertad.
Quizás sea bueno recordar el axioma de Watzlawick:
"ES IMPOSIBLE NO COMUNICAR".
Cuando no hacemos (o decimos) también estamos comunicando.
Estamos comunicando que el otro nos importa un carajo (aunque no sea nuestra intención).
O, quizás, que no confiamos para nada en nosotros mismos.
O que no queremos que se cuestione nuestra opinión.
No nos asombremos si algún día nos llega la pregunta:
¿Y por qué no me avisaste?

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