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LA IDEOLOGÍA DEL CAPRICHO (o el capricho como formador de ideología)





Vivimos en la era del capricho.
Esto es lo que la lógica consumista quiere.
Porque la gente caprichosa es la mejor compradora compulsiva.
Lo interesante de notar (que apunta a lo genialmente macabro de la estrategia) es que no importa para nada en qué el sujeto esté encaprichado.
El sistema promueve incluso a los que están encaprichados en derrumbar al sistema.
Y esto no es sólo porque se sienta invulnerable. Es por que sabe que se sostiene en proporción directa a la cantidad de caprichosos.
De cualquier capricho.
Porque, a la larga, todo encaprichado compra.
Hasta el encaprichado en no comprar.
Porque, en ese nivel de ser, es la única forma disponible de lidiar con la frustración.
Todo caprichoso es, por definición, un consumidor compulsivo de algo.
Pero cuando "ese algo" es inaccesible, la compulsión no tiene más remedio que canalizarse en otra cosa.
Y esa "otra cosa" termina siendo lo que tiene más a mano: lo que se vende en el negocio en cuya puerta su frustración lo dejó tirado.
Mientras tanto, y a fin de fomentar tal estructura, el sistema mismo consiente la proliferación de negocios específicos para cada tipo de capricho:
El encaprichado con el sexo encontrará "sex shops".
El encaprichado con el naturismo encontrará cadenas de "consumo natural".
El encaprichado con la revolución encontrará paradójicas "tiendas anarquistas" en las cuales, si su capricho no es leer, también tendrá gorritas o banderas ad hoc.
El encaprichado con "lo espiritual" encontrará emporios de iglesias y de sectas entre las cuales habrá alguna que se ajuste "a medida" de su capricho.
El encaprichado consigo mismo encontrará ejércitos de psicólogos que le recomendarán homeopáticamente que "siga su deseo".
En fin, las máscaras ideológicas del capricho, si bien no deben ser infinitas, sí son innumerables.
Es interesante también notar que, si bien el capricho es, por definición, excluyente de todo lo que lo contradice, también puede vestirse con el ropaje de la diversidad.
Diversidad para el caprichoso no significa la validación del diferente sino la exigencia de que sea validado su capricho.
Y todo lo diferente a su capricho no tarda en mucho en etiquetarlo de "fachista".
Así que también existe el paradójico "capricho por la diversidad".
En definitiva no importa en qué esté uno encaprichado.
Porque el capricho en sí es la cárcel.
Tanto más efectivo por percibirse a sí mismo como "libertad".
Y ésta es la "libertad" que hoy más se defiende.
La libertad de ser esclavo del propio capricho.
La libertad de estar encaprichado.
La libertad de "estar preso".
Un verdadero oxímoron.
Creo que la única "cura" para el capricho es matarlo por inanición.
No por medio de la tan estigmatizada "represión".
Sino por medio del DESCENTRAMIENTO.
Esto es, poniendo la propia atención en las NECESIDADES DEL OTRO.

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