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ESTAR PRESENTE




Dicen que el que vive en el pasado es un depresivo y el que vive en el futuro es un ansioso.
Creo que es cierto.
Pero también, el que niega el pasado es un irresponsable y el que niega el futuro es un imprudente.
¿Y entonces?
¿Estamos cagados?
Si quiere, conteste esto... o siga leyendo...
El concepto de "estar presente", o "vivir en el presente" puede inducir a error (por la polisemia de los términos) a muchos lectores "new age" o "practicantes" del trabajo sobre sí, llevándolos a suponer que hay que aspirar a "vivir en el presente" como lo hace un animal (esto es, sin recuerdo del pasado y sin proyecciones al futuro).
Sin embargo el "presente humano" tal como debe aparecer a la conciencia de sí no es tan sencillo. 
Es como una mirada desde la eternidad (como lo vería Dios). 
Esto es lo que se llama "cuerpo largo", una síntesis en un instante de "todo lo que seremos y lo que hemos sido" tal como lo dice Borges en su poema "Edipo y el enigma" que copiaré a continuación.
Creer que el pasado y el futuro son "sólo pensamientos" o "mera ilusión" es desconocer que son también lo que nos constituyen como seres humanos es decir los únicos "animales" que habitan el tiempo. 
La supuesta "eternidad" del animal (que vive sólo en el presente) nada tiene que ver con la conciencia de eternidad a la que puede acceder un ser humano. 
La del ser humano debe pasar a través del tiempo. 
Debe apoyarse en el tiempo como trampolín. 
De ahí la necesidad de "historizar" la vida.
Y esto significa integrar al presente tanto el pasado como el futuro personal, no hacer como si no existieran.
EDIPO Y EL ENIGMA (de Jorge Luis Borges)
Cuadrúpedo en la aurora, alto en el día
y con tres pies errando por en vano
ámbito de la tarde, así veía
la eterna esfinge a su inconstante hermano,
el hombre, y con la tarde un hombre vino
que descifró aterrado en el espejo
de la monstruosa imagen, el reflejo
de su declinación y su destino.
Somos Edipo y de un eterno modo
la larga y triple bestia somos, todo
lo que seremos y lo que hemos sido.
Nos aniquilaría ver la ingente
forma de nuestro ser; piadosamente
Dios nos depara sucesión y olvido.

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