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TERAPIA "APUESTÓLICA"


Quiero creer que incluso hasta el más relativista consentirá con la "verdad pragmática" de que el mundo es una ruleta rusa.
Quizás sea, en definitiva, la forma de defenderse de esta "intuición trascendental" lo que más determine la psicología de un sujeto.
El obsesivo se defenderá planificando.
El fóbico se defenderá escondiéndose.
El histérico se defenderá buscando alguien que lo cuide.
(puede agregar acá otras variantes)...
Está el que cree en el destino (sea por "causalidad material" o por "voluntad divina") y esta creencia la usa como almohada.
El mantra "lo que deba ser, será", ya sea expresado desde una emocionalidad optimista o pesimista, creo que es la manera de los deterimistas de expresar su "fobia al azar".
En otro borde de la realidad vaga el nihilista que, con su propio mantra "nada tiene sentido", parece querer conjurar cualquier maceta que eventualmente pudiera caerle en la cabeza.
Al nihilista pesimista no le interesa en qué esquina se entretenga ya que no podrá controlar en cuál lo encontrará el camión que lo atropelle.
Al nihilista optimista le gusta más bailar al son de la canción "a coger que se acaba el mundo" (carpe diem).
Insisto en que el pesimismo y el optimismo (desde esta perspectiva estricta y extrema) son las dos caras de la inmovilidad: son defensas.
Tanto el "todo va a estar bien" como "el todo va a estar mal" son evasiones para eludir la angustia de la apuesta.
La APUESTA ACTIVA sería la tercera posición, la salida de la dicotomía inmovilizante.
Creo que sólo el apostador conciente es el que puede ser que camine hacia su sanidad.
El que es capaz de no cerrar los ojos ante la aterradora realidad de lo impredecible y aún así no renunciar a la expectativa de un mundo mejor.
Ser o no ser (apostador) diría un Hamlet posmoderno con una ruleta en mano en vez de una calavera.
Apuesta o muerte, he ahí el dilema.
Y usted qué prefiere...
¿Apostar o seguir durmiendo?

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