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PSICOLOGÍA DE LA LIBERTAD (1)



¿Alguien de acá piensa que no es libre? 
¿Alguien se siente esclavo?
Dejemos a las esposas y maridos de lado. 
Ésa sería una esclavitud voluntaria (salvo en los casos patólogicos, claro).
A otro se le podría ocurrir pensar en el jefe... O en el trabajo en sí. Y algunos pueden tener razón. No todo el mundo hace el trabajo que le gusta... O puede sentir que no le pagan lo suficiente y entonces no es libre de gastar lo que le gustaría.

Como hasta la biblia misma dice que el trabajo vendría a ser una especie de “castigo”, a alguno se le podría ocurrir que el que está contento trabajando es una especie de masoquista. Pero estos razonamientos de vago vamos a dejarlos para analizar en otro momento.
Quizás, como decía antes, alguna limitación monetaria puede tentarnos a pensar que somos menos libres, digamos, que si fuéramos millonarios. Ésta es una fantasía bastante común ¿no?. 
“Si fuera millonario sería feliz”. Se escucha todo el tiempo.

Les cuento que unos psicólogos, después de un estudio, llegaron a la conclusión de que la media emocional (el nivel de felicidad, podría decirse) de una persona, tiende a ser constante a lo largo de su vida. No es afectado a largo plazo por los cambios económicos. Alguien que, por ejemplo, se gana la lotería, después del obvio pico de adrenalina inicial, vuelve al mismo nivel emocional al que estaba acostumbrado. Si era un derrotista, lo sigue siendo. En el extremo opuesto, alguien que cae en bancarrota, después de una vida económica satisfactoria, después del bajón inicial, vuelva también a su estado habitual. Si era una persona medianamente alegre, lo seguirá siendo. Curioso ¿no? Pero parece que en los casos que investigaron, verificaron esto. El estado emocional no depende de circunstancias económicas o materiales externas. No estoy hablando de casos de privaciones extremas. No me entiendan mal. Ni tampoco estoy diciendo que hay que dejar que alguien se quede en la indigencia si podemos hacer algo por él... Pero de eso vamos a hablar después.

Alguno dirá, pero estábamos hablando de la libertad, no de la felicidad. 
Bueno, es que tiene mucho que ver. 
Aunque a algunos la perspectiva de la libertad los angustia, me parece que no se puede ser realmente feliz si uno no es libre. 
Y, por consecuencia, la libertad nos da herramientas para alcanzar un cierto nivel mayor de felicidad
Y sin embargo muchas veces le escapamos.
Bicho raro el humano ¿no? 
Le gusta la esclavitud, a veces parecería.

Ya veníamos hablando en otras notas de la esclavitud de los vicios y las compulsiones, pero ahora vamos a tratar de mirar por el costado opuesto. 
¿Cuáles serían las condiciones que posibilitan la libertad? 
¿Y que relación de fuerza tienen con las que la limitan?  
¿Cómo hacer, en definitiva, para que los factores posibilitadores pesen más que los obstáculos a la misma? 
Hay respuestas a esto. Llevan laburo, sí, pero hay herramientas concretas a la mano de todos.

Mirémoslo desde otro lado ¿algunos tienen gato?
¿Y quién es más libre? ¿ustedes o su gato?
Digo gato porque a muchos les va a parecer que hasta cierto punto dominan a su perro, pero pocos opinarán que dominan a su gato, salvo que lo tengan en una jaula. El gato cuando lo observamos da cierta sensación de indiferencia. Básicamente, parece que hace lo que quiere. Esto seguramente persuade a muchos que mejor sería ser gato, para ir saltando de techo en techo en busca de gatitas. Incluso cuando se habla despectivamente de gato refiriéndose a una mujer, posiblemente se le adjudica cierta emancipación de las emociones. Como que sólo hace lo que le conviene, no se ata a nadie afectivamente. Se ata a la plata, pero esa es otra cuestión.

Hacer sólo lo que me gusta o lo que me conviene parece ser lo que muchos asocian con la idea de libertad. 
La pregunta sería ¿sabemos realmente lo que nos conviene? 
Y también ¿es “lo que me gusta” una buena manera de juzgar “lo que me conviene”? 
Es más, ¿sabemos realmente lo que nos gusta? 
¿Cuánto hay de frivolidad (en el sentido de “imposición de la moda”) en lo que consideramos nuestros gustos? 
Lo aterrorizante de esto es que si bien hay modas disfuncionales que duran días, hay otras que duran siglos.

Muy en contra del "sentido común" moderno es necesario decir que toda psicología tiene un ideal de salud. 
Esto es bastante obvio (aunque algunos lo discuten) ya que, para intentar curar una cierta “enfermedad mental” hay que contar con alguna idea (más o menos a priori) acerca de cuáles son las notas esenciales que determinan que tal cosa es enfermedad. 
Lo cual, quizás un tanto dicotómicamente, nos lleva a plantearnos cuáles serían, por lo tanto, las notas que marcan la salud. 
Es interesante notar que el término salus en latín, significa tanto salud como salvación (y justamente de lo que todos queremos salvarnos es de la enfermedad, de la locura y de la muerte). 
Y si bien, con el correr del tiempo estos conceptos se separaron (asociando salud a lo corporal y salvación a lo espiritual) creo que justamente por ser lo psíquico un territorio borroso en el que confluyen lo corporal y lo espiritual la diferenciación entre uno y otro vuelven, en este caso, a perder sentido.  
En psicología, al menos como yo lo entiendo, esto de la salud está en íntima relación con la libertad. Porque, en mi opinión, la marca de la salud mental es justamente esta capacidad de ser libres.
¿Libres de qué?
Y, quizás más importante...
¿Libres para qué?

Creo que hoy la gente está más preocupada por la libertad exterior que por la libertad psicológica.

Es más, como también se dijo en otra nota, en realidad parecería que lo que más reclaman es la libertad de ser caprichosos
Es decir, la libertad de ser esclavos de sus caprichos.
Pero por la libertad psicológica pocos se preguntan. 
A veces cabe la duda de si sabrán que tal cosa es posible.
Con estas modas de las "determinaciones" (biológicas, económicas, culturales, inconscientes, etc.) muchísimos se persuadieron de que la libertad es algo que ni siquiera existe. 
Una especie de fantasía. Un autoengaño.
Yo opino que no es así y que hay herramientas concretas para alcanzar mayores niveles de libertad psíquica que hoy están un tanto desprestigiados.
Básicamente (y para dejar planteado el tema) esas herramientas son la inteligencia y la voluntad.
Cosas que, lejos de ser un invento moderno, ya las decían Platón y Aristótles.
El problema, nuevamente, es qué se entiende con estos conceptos.
¿Qué es la inteligencia?
¿Qué es la voluntad?

Dejo las preguntas abierta para seguir en otra nota


Sobre el tema del capricho ver

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