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ÉTICA Y PSICOTERAPIA (o el diván de Procusto)


Hay una especie de "mandato", bastante repetido entre los psicoterapeutas pero, a mi entender, poco profundizado, que sugiere algo así como que "la ética del terapeuta no debería influir sobre la del consultante".

¿Qué opina usted de este principio?

Ésta sería una pregunta.
Mi opinión es que, por muy lindo que suene, es un mandato imposible de cumplir.

Para empezar porque (según mi definición personal de "ser humano") no hay acto que no esté determinado por la propia ética y que, por lo tanto, la disemine en los demás, aún inconcientemente.
"Dar consejos" (en terapia) es una forma puntual (de tipo verbal) de trasladar la propia ética al consultante.
Pero no darlos es otra, no menos concluyente que la anterior: es imponer la "ética" de que el otro tiene que tomar sus propias decisiones.
Bien.
Digamos, para seguir, que estoy de acuerdo.
¿Pero es acaso ésa una "ética universal"? 
Digo, aquélla de que la gente debe tomar sus propias decisiones.
¿Y si el paciente tiene otra?
¿Si el paciente está absolutamente convencido de que "lo correcto" es obedecer lo que le mandan?
Tratemos de dejar nuestra posición de lado. 
No serviría de nada argumentar ahora que "lo correcto es que aprenda a tomar sus propias decisiones".
Porque justamente estamos analizando hasta qué punto el terapeuta debería o no, "imponer al paciente lo que cree correcto".

O sea.
Él quiere recibir órdenes.
Usted (terapeuta) ¿qué hace?
Porque si insiste en que no debe darle consejos entonces no puede seguir insistiendo que su propia ética debe ser dejada de lado.
¿Me explico?

No estoy diciendo que el paciente está encaprichado. Digo que ésa bien podría ser su ética.
¿Que el paciente no se enteró de los "logros" de la revolución francesa?
Y bueno, pero ése sería otro tema.

Otra "preguntonta":
¿No sería el "semi-consejo" (o consejo velado) de "seguí tu deseo" (con la supuesta pretensión de que no se hacen valoraciones éticas acerca de la conducta del consultante) también, adherir a otra ética: la ética del deseo?
¿Por qué?

Quizás alguno de los que lean esto estén (nitzscheanamente) persuadidos de que "la moral es un corset que impide la libertad".
Y que, por eso, por ejemplo, la infidelidad, no es algo en lo que el terapeuta deba emitir ningún juicio.
"Porque "el deseo" es más importante que la moral", quizás se diga. 
"Porque si lo reprime se va a enfermar", quizás se diga.

Bien. Allá usted. Pero sería bueno que se enterara de que eso también es una moral.
Porque toda posición acerca de lo que está bien es, en definitiva, una moral.

Otro ejemplo:
Si es usted es (tomemos algo "al azar") digamos, feminista... ¿qué haría con un paciente machista?
No estoy hablando de alguien violento y despótico ni nada de eso. Tampoco que haga nada que esté fuera de la ley... sólo digo "machista", chapado a la antigua, como quien dice.
¿Lo deja seguir su ruta? ¿o qué?
Cuanto menos conciente sea el terapeuta de sus "imperativos éticos" más los trasladará inadvertidamente al consultante.

Por eso no quiero decir que es hipócrita aquél que dice que no hay que imponer la ética propia al consultante y de todas formas lo haga...
Sólo digo que es inconciente... que no se conoce apropiadamente a sí mismo.
Quizás haya comprado aquello de "la pantalla en blanco"  de que el terapeuta "es un espejo" en el que el paciente se mira. Quizás lo aceptó en su época de estudiante y jamás lo volvió a cuestionar.
Pero yo le pregunto ahora ¿es eso posible?
¿No oyó hablar alguna vez del lenguaje gestual? ¿Aquél que revela nuestra "reacción", aún en contra de nuestras intenciones?

No importa cuánta terapia haga, o cuánta supervisión.
No importa tampoco si estudió teatro y se cree Al Pacino.

Si sucede (y de hecho es lo que más frecuentemente pasa) que su propio supervisor comparte sus principios, la cosa seguirá invisibilizada para ambos (terapeuta y supervisor).
Y otra:
¿No sería más honesto explicitar lo más extensivamente posible de entrada la propia posición ética y darle al consultante la oportunidad de decidir si está de acuerdo en ser atendido a partir de esos principios o no?

¿Es ético o antiético consentir una ética del consultante que consideramos (obviamente desde la nuestra) como perjudicial para sí mismo o para otros?
Repito que no estoy hablando de conductas contra la ley que son obviamente consensuadas como "criminales".
Ésto, por supuesto, también es una decisión ética.

Y finalmente entonces:
Pararse en una supuesta posición de asepsia ética ¿no es una impostura?

En mi opinión, nadie puede pararse en tal lugar. Ni siquiera Dios.
¿Y en la suya?

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