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PSICOPATOLOGÍA DE LA INAUTENTICIDAD SEXUAL



Es mi opinión que una de las grandes paradojas de nuestros tiempos es que, en la era de la liberación sexual, casi todo el mundo tiene problemas con la sexualidad.
“Yo no tengo ningún problema”, seguramente reaccionará más de uno.
Y quizás no.
Pero quizás quiera leer esta nota antes de afirmarlo.
Si no sigue leyendo, eso podría indicar que tiene resistencias a averiguarlo.
Y sí, es una chicana. Pero qué más da. Si quiere tener argumentos como para refutarme también deberá leer hasta el final.
Es bastante evidente, al menos para mí, que a los seres humanos nos atraen los extremos.
De la época de la sacralización de la sexualidad pasamos hoy a la banalización de la sexualidad.
A la “sexualidad inauténtica” (o banal) en mi barrio le decimos lujuria.
Cuando digo en mi barrio me refiero a mí y al perro, porque hoy nadie le dice “lujuria” a eso. Y, claro, el perro no habla, pero cuando le digo que vaya a ser lujurioso con la perra del vecino estoy seguro de que me entiende, porque siempre va.
Para no herir susceptibilidades podría inventarme un nombre y decirle (al estilo angloparlante) InSex (sexo inauténtico)... que me suena a “insecto”... y acá a los insectos les decimos bicho que ciertamente también tiene connotación sexual.
Y eso sin mencionar que todo naturalista moderno tiene en secreto esa aspiración. La de convertirse en bicho.
Y no nombro  a los “naturalistas” por casualidad, sino porque van a ser los primeros en hacer una defensa del “sexo natural”, como si hubiera algo en el humano que pudiera compararse remotamente con lo que los animales hacen. 
Todo lo humano está mediado por la cultura. Si no acordamos eso difícilmente podamos ponernos a pensar en el fenómeno humano con un mínimo de sensatez.
Así que, en fin, hablaremos del “inSex” (sexo inauténtico), para designar a lo que buscan los que quieren coger como si fueran bichos.

En estos tiempos el “sexo sin compromiso” dejó de ser algo mal visto, he escuchado decir a veces: “Es un tabú de la época victoriana”. Esta opinión revela cierta incomprensión de esta particular forma de egoísmo y sólo conoce las críticas de los mojigatos que, en realidad pueden ser bien lujuriosos aún dentro de su moralina.  

El “inSex” no tiene nada que ver con disfrutar del placer sexual, sino en tomar al otro como si fuera un objeto del propio placer, deshumanizarlo. 

El mujeriego no es estrictamente un “embichado” por estar con muchas mujeres sino porque las mismas le importan un carajo, bien podrían ser muñecas inflables (lo mismo cabe, por supuesto, para las mujeres con esta conducta). 
Se podría decir que un musulmán que tiene un harén podría perfectamente no ser un "embichado" si trata a cada una como persona, respetando su particular característica. Pero como parece que los occidentales no somos muy capaces de hacer eso, la monogamia vino a ser la manera de tratar de buscar, al menos artificialmente, una solución a esa tendencia a objetivar al prójimo. 
Por supuesto que con eso solo no se asegura nada. Hace falta mucho más. 
En principio, cierta madurez emocional.  

Podemos sufrir también de otro tipo de “inSex” que consiste en deleitarse en ser objeto de deseo de otros, y esto puede llegar incluso a convertirnos a nosotros mismos en inalcanzables y no tener ninguna relación sexual en absoluto, poniendo toda nuestra voluptuosidad sólo en el hecho de ser deseados. 

Otras tendencias más extremas de estos dos impulsos (convertir al otro en objeto o convertirse a sí mismo en objeto de otro) pueden darse en la perversión del sadomasoquismo. Este tipo de relación puede darse primariamente en lo sexual, pero también puede derivar en un tipo de vínculo afectivo denominado por el psicoanálisis como simbiosis.
Si sufrimos ”inSex” emocional, vamos a considerar nuestros sentimientos como prueba de verdad. 
“Si lo sentís es cierto”, puede que nos encontremos aseverando. 
O, dando consejos a otros del tipo “Hacé lo que sientas”

Nuestra vida quizás esté jalonada de locos amores que terminan en desastre. 
Pasamos de considerar a una persona la mejor del mundo a un gusano despreciable. Quizás encontremos en nosotros, inestabilidad emocional, exhibicionismo, egocentrismo y provocación sexual, pero lo central es la dependencia de la mirada de los demás
No conseguirla nos puede poner agresivos y caprichosos. Haremos cualquier cosa con tal de llamar la atención con el propósito de sentir que existimos. Me refiero incluso a extremos como los de ponerse en bolas en una fiesta.
También podría decirse que hay una especie de”inSex” mental. Padecemos de éste si no podemos evitar un permanente fantaseo pornográfico con cualquier mujer u hombre que se nos cruza en el horizonte. De más está resaltar el tremendo gasto de energía psíquica que esto representa y que podría ser destinada a cosas más constructivas. Como si hubiera un bloqueo de toda posibilidad de sublimación aún en personas que no tienen ningún impedimento real de acceder a ella.

Pero puede pasarnos también, por la vía de la llamada formación reactiva, que nos convirtamos en un tipo de moralista extremo que se dedica a atormentar a todos los que tiene alrededor con preceptos pretendidamente puritanos que no hacen más que revelar que lo que en realidad nos sucede es que no nos podemos sacar el sexo de la cabeza.

Nuestro gusto por lo teatral nos puede llevar a teatralizar suicidios. El tema es que puede salirnos mal y morirnos de veras.

A los bichos les gustan las plumas. 
De todos los falsos sí mismos posibles éste es el más exhibicionista. 
Paradójicamente, seremos los que más frecuentemente diremos "a mí no me importa lo que los demás piensen de mí" cuando, en el fondo, es lo único que verdaderamente nos importa.
Por eso también, aunque con un tono esencial distinto del de la gula, puede que desarrollemos un trastorno de la personalidad llamado THP[1]
.  
Por supuesto, está asociada a todos los Trastornos de la Sexualidad, inclusive con la Perversión, propiamente dicha. Y esto, en casos extremos, es el posibilitador de extremos como  la pedofilia, el incesto o la violación. Por supuesto, también creo que esto es la principal causa de "violencia de genero".
En casos extremos (con otras afecciones adicionales) puede ser incluso la causa de la Disforia de Género

Es posible que lo que nos pase es que estemos desplazando la compulsión de la gula al territorio de lo sexual. Así quizás nos encontremos diciendo la frase "todo agujero es trinchera" para justificar nuestra perpetua insatisfacción y falta de discernimiento (características propias de la gula).

Hoy parecería haber como una legitimación del adulterio. Lo que no percibe casi nunca el adúltero, es que lo más precioso que adultera es a sí mismo, su propia integridad psíquica.

Si sufrimos esta compulsión seguramente tenemos dificultades de no poder ver a los otros sino como objetos de satisfacción de los propios deseos. 
Por esto, posiblemente tengamos muchos problemas para establecer relaciones duraderas con las personas y de crear vínculos afectivos profundos.  
Si algo nos caracteriza, a simple vista, es un barniz de superficialidad
Por eso muchas veces tendemos a hacer de la superficialidad una virtud, prestando excesiva atención al vestido, los perfumes y todo lo que en algún momento pueda servirnos de herramienta de seducción. 

Es común que la inautenticidad sexual produzca una especie de caricatura de los roles sexuales que, sumado a cierta tendencia histriónica, produzca estereotipos de mujer fatal o supermacho (o, en casos de homosexualidad, las variaciones más grotescas de imitación del sexo opuesto). 
Para el que nos mire de afuera siempre va a haber una sensación de afectación, como si careciéramos de profundidad o autenticidad. Pero justamente, ésa es nuestra manera de defendernos de una verdadera intimidad.

Si vemos estos rasgos en nosotros, es probable que en la infancia, nos hayan hecho sentir que éramos valorados primordialmente por nuestra belleza, atractivo físico y encanto superficial (sobre todo si somos mujeres, pero también  en algunos hombres) más que por logros intelectuales o vinculares concretos. También (en el caso de ser hombres) por nuestra virilidad, fuerza, poder u otros atributos de tipo  “machista”.

Otra vez, la templanza parecería superficialmente ser la virtud indicada, al menos para intentar no ser arrastrados por el primer culo que pase (efectiva o imaginariamente).  Pero también en esto, la represión directa creo que sólo intensifica el vicio. 

Quizás nos convendría buscar un interés alternativo en otro lado, que tenga más fuerza de atracción que el sexo casual. 
Pero como el sexo es tan fuerte, probablemente la solución esté en el sexo mismo. 
En un cambio de modalidad, por decirlo de algún modo. 
Comprender que cuando se acerque la hora de la muerte la cantidad de conquistas realizadas va a ser totalmente irrelevante al lado de la noción de una vida desperdiciada puede que para algunos sea una motivación suficiente. 
Creo que lo que necesitamos es tener la experiencia (de la que siempre escapamos si nos chifla el moño por este lado) de presentarnos ante la pareja sexual con toda nuestra interioridad (lo que implica aceptar infinidad de vulnerabilidades, en un extremo acto de confianza en el otro) y darnos el lugar para tener una experiencia trascendente, en el mismo acto sexual, que implique toda nuestra persona, no sólo su genitalidad. 

Porque es bueno saber que esta compulsión es quizás en una de las que más refuerza ese falso sí mismo que nos separa de nuestro yo real. Donde se fortalece esa armadura artificial que nos impide crecer. Por eso es que generalmente los otros, cuando tenemos esta debilidad, tienden a vernos como personas superficiales.

Los aportes a lo grupal que podemos desarrollar van a ir por el lado de nuestra capacidad de desprotocolarizar las reuniones por nuestro rechazo implícito a lo burocrático y “aburrido”. Podemos ayudar a otros tipos más “reprimidos”  a permitirse conductas más relajadas y encarar la sexualidad con menos tabúes. 
Nuestro gusto por la estética puede aportar buen gusto a los ambientes en los que estemos. También podemos encontrar en el arte un manera hacer algo para el bien de los demás.
El humor, incluso la ironía (e incluso el sarcasmo) que es algo que manejamos con fluidez y solvencia (a veces con mucha chispa y desenfado) puede aportar a los grupos una ruptura de una falsa solemnidad que dificulta la apertura. 
Puede ser muy efectivo para desarmar conductas estereotipadas de tipo moralista extremo, sobre todo en el área de lo sexual. 
El sexo es uno de los mayores placeres sensuales de la vida y el hecho de que sea placentero es razón suficiente para suponer que por algo es. 
El placer no es delito. 
Acá no se trata de cuánto y ni siquiera de qué manera. 
El punto clave es que el sexo sano implica una relación emocional entre dos personas y ese vínculo se va construyendo con el tiempo. 
El sexo ocasional da pocas oportunidades de construir eso.

Hoy es común que la respuesta a esto sea "si ambos consienten que les gusta ser tratados como objeto, entonces no tiene nada de malo". Que el sexo casual, si es consentido por ambas partes, es perfectamente legítimo.
Pero la cuestión, como dice Laura, mi pareja, es que, cada vez que yo "elijo" esto, estoy eligiendo pasar una parte de mi vida como "menos persona". Difícil es construir una autenticidad si me la paso cultivando  relaciones superficiales. Aunque en otros ámbitos de mi vida lo busque, esa escisión que creo en mí, terminará siendo insalvable.
También fue ella quien me recordó, al leer estas líneas, los experimentos de Bowlby, sobre el apego seguro, y su demostración de que no se puede separar el cuerpo del espíritu. Satisfacer las necesidades biológicas del infante pero privarlo de afecto produce desastres en su psiquismo.

No podemos separar cuerpo de afecto.
No podemos separar cuerpo y alma.
Somos uno.
O nos convendría serlo.



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Comentarios

  1. Me gustó mucho tu publicación, estoy totalmente de acuerdo, soy estudiante de psicología y en mi opinión personal me gusta una entrega completa muy espiritual, me gusta el sexo pero solo si existe coherencia entre cuerpo, mente y alma, si no es así no me interesa, me enamoro de la persona y me importa como tal.

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